Érase una vez una escuela donde a alguien se le ocurrió que las voces que tradicionalmente habían estado silenciadas, principalmente las del alumnado y sus familias, tenían que ser escuchadas. Y se le ocurrió eso seguramente porque pensó que sus opiniones eran interesantes y el hecho de tenerlas en cuenta podría enriquecer la dinámica de los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Soñar con una comunidad educativa activa, comprometida y participativa es, sin duda, un excelente comienzo para poder imaginar escenarios donde intercambiar opiniones, partir de los puntos de interés del alumnado y dar pertinencia a itinerarios personalizados. Porque seguro que todo esto trae cosas buenas, muy buenas. La óptica plural siempre suma.
Sin embargo, a veces no sirve solo con imaginar o soñar para que las cosas se hagan realidad, sino que hay que ponerse manos a la obra, sacudirse miedos y lanzarse a la piscina para poder llevar a cabo.
Y eso es lo que la gente participante de esta segunda edición del curso “Conectando con la voz del alumnado” del proyecto Conectando escuelas ha estado haciendo en estas pasadas semanas: soñar y proyectar en su aula. Para que como dice Fielding (2011), la comunidad educativa sea una comunidad democrática, para que la participación sea en sí un objetivo pedagógico.
Por si apetece compartir estos sueños materializados en coles concretos y con niños y niñas de carne y hueso, os traemos a este post tres trabajos de gente que apuesta porque en el espacio escolar, todas y todos pintemos.
Miriam Bereau- Eskola hobetzen
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Ane Lapizondo- Liburutegi tailerra hobetzen
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Miren Pantxike Agirre – Gure auzko segurtasuna
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